domingo, 28 de febrero de 2010

¿Justicia?

Supongo que debo decir que he sido afortunado al no haber tenido en mi vida un gran relación con la Administración de Justicia. Por edad no la tuve con la franquista pues era menor el tiempo que aún vivía el dictador y en mi mayoría, ya con la democracia, esa relación no pasó de pequeños recursos administrativos o exiguas reclamaciones a una Hacienda demasiado celosa con una parte de los administrados. Esa escasa relación, supongo que más o menos similar a la de la mayoría silenciosa del país no me impide contemplar con estupor el progresivo deterioro que la institución ha venido padeciendo en los escasos años de democracia que llevamos. En principio todo parecía achacable a la tan manoseada “lentitud” de la Justicia. Interminables pleitos con plazos casi vitalicios llevaban a la consideración de la opinión pública y publicada que eso no era justicia. Si a esta situación se empiezan a sumar graves errores en la vigilancia penitenciaria o pintorescas sentencias, la mala prensa de la justicia se extiende cual balsa de aceite.
La institución , además de estas críticas, empieza a politizarse cada vez más debido a las normas establecidas para la configuración de los más altos órganos jurisdiccionales con lo que la percepción en la calle es cada vez peor ,poniéndose ya en duda, en los últimos tiempos y a veces pienso que no sin razón, su esencia misma: la independencia.
Y en esas estamos en la actualidad, con varios órganos pendientes de renovación a la espera de que los partidos pacten unos nombres y con luchas intestinas por doquier: entre jueces y fiscales, magistrados de una asociación con los de la otra, conservadores con progresistas, Audiencia Nacional y Supremo, Supremo y Constitucional etc., etc. etc.
Y en el medio de todo esta confusión un juez, un juez que ha tenido demasiado protagonismo político y mediático con salto a la política de ida y vuelta. Vaya por delante que no me resulta simpático y que su “divismo” creo que no ha sido bueno para la Justicia. Por otro lado parece que también entre sus colegas ha sembrado enemistades y no sólo entre los de ideología opuesta. Pero dicho esto y analizando quiénes son las partes querellantes en los procesos que se abren contra este juez en estos momentos y los motivos de los mismos no puedo dejar de preguntarme si sería justa una condena o tan siquiera una suspensión de funciones.
Tiene muchos defectos y seguramente ha hecho muchas cosas mal e incluso maliciosamente, pero... ¿merece el hombre que más ha luchado para que no prescriban los delitos contra la humanidad ser encausado por ello? Y lo que es más, ¿merece que la izquierda de este país lo deje a los pies de los caballos (léase Manos limpias y Falange Española)?
Sinceramente creo que no. Me he hecho el siguiente ejercicio e invito a que quien tenga dudas lo repita. Haga una lista con todas aquellas personas o instituciones que han sido encausadas y perseguidas por el juez y después vuelva a contestar las preguntas.

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