viernes, 26 de febrero de 2010

Competencia digital

El pasado 17 de febrero el ínclito ex-presidente Aznar se retrató, una vez más con su actitud. Por si no nos bastaban los pies sobre la mesa de Bush mientras incendiaba un puro al más puro estilo Bernabéu o su archi-conocido "Estamos trabajando en ello" al que sóo le faltaba el vocativo "cuate" o "manito" para parecer que nuestro gran estadista hubiese pedido el cambio de nacionalidad por no hablar del controvertido "robado" de sus abdominales en el que deja en ridículo al mismísimo Bruce Lee.
Cualquiera de las mencionadas o de otras menos graciosas como las muy repetidas sobre las armas de destrucción masiva quedan en mantillas, en mi opinión, ante la que nos ocupa.
Vaya por delante que no apruebo el boicot violento, aunque sea de palabra, a un adversario político por muy merecido que lo tenga. Hacerlo, sería tanto como legitimar otros muchos actos de otro signo y que la mayoría democrática y pacífica de este país queremos olvidar cuanto antes. Pero dicho esto, tengo que reconocer que la higa, la super higa del estadista a su vociferante público, le deja, cuanto menos, a su misma altura.
Desgraciadamente,en los últimos tiempos es bastante habitual que algunas personas, amparándose en la libertad de expresión monten shows parecidos a este ante distintos políticos.
En mi opinión, protestas de este tipo pueden ser legítimas, siempre que se mantengan dentro de un orden. Se puede manifestar una protesta, pero no llegar al extremo de boicotear el acto. Es innecesario y sobre todo les hace perder parte de la posible razón a sus protagonistas. Pero lo que es del todo inadmisible es que el que tiene que ser ejemplo de ética y de estética, el que alardea de saber ganar, perder y hasta de empatar porque es un político de "talla internacional", pierda las formas y responda a las ofensas con ese gesto que en realidad es lo único de internacional del personaje.
Por último recordar que circunstancias parecidas las han padecido últimamente Ibarretxe, Pujol, Felipe, Gallardón, Francisco Ayala, Carrillo... y ninguno de ellos ha perdido los papeles de esta manera.
En fin, que lo sabíamos, pero ahora ya lo sabe también una nueva generación de niños de España.
Inclúyase en el Pacto educativo, por favor.

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