martes, 13 de noviembre de 2018
Ríos de tinta se han vertido estos días acerca de la sentencia unificadora de doctrina del Tribunal Supremo de España. No es para menos. No soy jurista , como la mayoría de los españoles, pero como ellos, tengo todavía suficiente materia gris y sentido común para que esta rueda de molino no la comulgue yo.
No sé si será aquí aplicable o no el principio de Ockham, pero a mí, desde luego me lo parece: Una convocatoria inédita del plenario para tratar un asunto, una paridad tan ajustada que se requieren sucesivas sesiones de tarbajo de las preclaras mentes que allí se reunen y que extrañamente mantienen, sobre tan aparentemente sencilla cuestión, posiciones tan dispares; y finalmente la solución: justo la contraria a la mantenida por la Sala 3ª, la competente en el asunto y que había fallado que el traído y llevado impuesto sobre la constitución de las hipotecas, debían pagarlo los bancos.
No me digan que no hay razones para el extrañamiento. Para el extrañamiento, para el apatridismo, para la apostasía y hasta para el "que se pare el mundo que me apeo".
La decisión no es que tenga mucha trascendencia, porque, como todos sabemos, en el hipotético caso de que se hubiera mantenido la primera sentencia, y el plenario, con "influencers" o sin ellos, no la hubiera corregido, habría sido otro tanto de lo mismo. Es decir: los mortales consumidores, ciudadanos e hipotecados habríamos de asumirlo a través de cambios en las comisiones de tarjetas, seguros, productos vinculados, y todas esas zarandajas con las que amablemente nos aderezan los usureros servicios que nos prestan.
Están para ganar dinero, dicen. Claro que sí, siempre ganan dinero. cuando el país va bien, ganan dinero a espuertas: prestan a troche y moche, especulan con inmuebles, regalan vajillas y lo que no son vajillas... y cuando vienen mal dadas... pues lo de siempre: los de abajo tendrán que apretarse el cinturón y rescatar a la banca porque no se la puede dejar caer ya que sería un desastre comparable a la glaciación.
Por lo mismo veo con similar alejamiento la modificación de la ley. Algo es algo, - dirán algunos bienpensantes- pero no es sino un trampantojo. Al final volveremos al artículo 1º : ellos están para ganar dinero.
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